La vez que más me quemé

El coste más caro que he pagado nunca

Estuve cuatro años trabajando solo. Cuatro años en los que todo pasaba por mis manos: clientes, entregas, reuniones, estrategia, problemas, ventas… todo.

Y aunque la facturación llegaba, lo que en realidad estaba construyendo era una trampa. Cada proyecto dependía de que yo estuviera encima. Cada resultado tenía detrás más horas, más presión y más esfuerzo personal.

Al principio no lo veía. Pensaba que era cuestión de seguir empujando, de trabajar más duro, de estar disponible siempre.

Pero lo que estaba haciendo en realidad era pagar el precio más caro: quemarme.

El problema no era el trabajo. El problema era la falta de estructura, de procesos, de un sistema que me permitiera crecer sin tener que cargarlo todo a mis espaldas.

Con el tiempo entendí que un negocio no se construye así. Porque un negocio que depende de una sola persona… nunca es un negocio.

Ese fue uno de los aprendizajes más duros de mi carrera. Y también el motivo por el que hoy, dentro de la consultoría personalizada, trabajamos en que otros dueños de agencia no tengan que pasar por lo mismo.

Aquí puedes verlo en detalle:

Un abrazo,
Raul